Y tu marca, ¿a qué suena?

Y tu marca, ¿a qué suena?

La música se ha convertido en el comodín de las marcas

Música francesa en la sección de vinos de un supermercado o ritmos marchosos en una tienda de moda… No son fruto de la casualidad, sino del audiobranding.

“Las marcas utilizan todos los elementos a su alcance que, de una u otra forma, impactan en el subconsciente del consumidor”, cuenta Ramón Vives, director ejecutivo y cofundador de la agencia Sixième Son Spain. Los eslóganes, los olores, las imágenes o las luces son algunos de ellos. “Pero la música es el santo grial del marketing, porque es algo universal, rompe las barreras idiomáticas y estimula todo el cerebro”, prosigue.

La música es un elemento indispensable que se ha convertido en el “must have” para la experiencia en el punto de venta y la comunicación con el cliente. De hecho, ya no concebimos estar en un establecimiento sin música; y ésta es la responsable de atraernos o alejarnos de una marca.

El marketing sonoro consiste en crear melodías específicas para cada marca con el fin de que ésta conecte con el cliente. La calidad del producto, la exclusividad o la durabilidad son factores que se asocian a una buena imagen de marca y, como todos estos matices se perciben a través de los sentidos, hay que aprovecharlos. De todos ellos, el del oído (junto con el del olfato) es el sentido que más capacidad de recuerdo genera en el consumidor.

La música es un elemento esencial que plasma los objetivos y características de una empresa en sonidos y, además, traduce las intenciones y los valores de marca a través del sonido.

A la hora de escoger una melodía, hay que estudiar muy bien las peculiaridades y los objetivos de la marca, para adaptar los ritmos, los instrumentos y los estilos a su idiosincrasia. No es lo mismo crear un tema para una marca motera, donde hay que transmitir rebeldía y aventura, que crear música para un banco, donde la melodía debe remarcar seriedad, solidez… La música debe estar alineada con la compañía.

Pero su implementación no es tan fácil como parece. Hacer uso del audiomarketing no es sólo poner música en tu negocio y punto; es fundamental segmentar antes de implementar. Hay que elegir la música más adecuada para tu público objetivo, teniendo en cuenta factores como el producto o servicio, el ambiente, la temporada del año y la imagen que quieres transmitir.

En este sentido, hay que intuir bien al cliente, lo cual es complicado, porque nuestros gustos musicales evolucionan a medida que cumplimos años, cambia nuestra forma de vida, etc. Además, no es lo mismo dirigirse a un público joven que a uno menos joven. Por tanto, ya adelantamos que dar con la música perfecta es complicado, por la diversidad de estilos musicales existentes y el gran abanico de gustos musicales que puede tener cada público.

Por eso creemos que lo importante a la hora de diseñar el audiobranding de un negocio es que esa música defina e identifique a la marca con sus valores. Esos valores son los que el público afín a una marca comparte entre sí cuando compra un producto o un servicio, lo cual crea un vínculo estrecho target-marca. Aunque cada cliente tenga unos gustos personales distintos, esa marca les une gracias a la imagen que ésta refleja y con la que se ven identificados. Todo esto significa audiobranding: crear una imagen de marca a través de la música. Como podréis comprobar, escoger una canción implica mucho más que el hecho de poner un hilo musical para amortiguar un silencio, por lo que contar con el asesoramiento profesional es clave.

Otro factor muy importante es el volumen de la música. No es sólo cuestión de poner la música más alta o más baja; influyen otros muchos elementos como la acústica del espacio, el diseño del proyecto de megafonía… El volumen en sí  tiene que ser notorio, pero sin robar el protagonismo a la marca y/o sus productos y que, además, no sea molesto para el público, porque en el momento en que la música dificulta la comunicación entre empleados y clientes, deja de ser un elemento potencial de venta y se convierte, justamente, en lo contrario.

Precisamente por ello, volvemos a apelar a los profesionales: es vital que el proyecto de megafonía esté desarrollado e instalado por profesionales serios y cualificados.

En TSLab no sólo creamos la identidad sonora de una marca, sino que también diseñamos y asesoramos a nuestros clientes sobre dónde colocar la megafonía, con qué potencia, etc. para que la experiencia del cliente sea óptima.

Favorecemos la identificación, la diferenciación y plasmamos los estados de ánimo que la marca quiere representar gracias a la textura sonora, el ritmo o la melodía.

En TSLab creamos tu identidad musical. Tenemos más de 1 millón de temas y un equipo de expertos en música para darle forma al hilo musical de tu marca, y, además, con una actualización non-stop: para que los temas sean siempre frescos y no haya repeticiones.

En definitiva, la imagen corporativa va mucho más allá que un simple estudio del look and feel. Es muy importante tener en cuenta la trascendencia de una buena estrategia de branding que potencie la sonoridad de las marcas.

Y tu marca, ¿a qué suena?

¿A qué suenan las ciudades?

¿A qué suenan las ciudades?

¿A qué suenan las ciudades? Hay ciudades que llevan, innegablemente, el concepto de música en su nombre. La Nueva York de Frank Sinatra, la Nueva Orleans de Louis Armstrong, la Memphis de Elvis, la Chicago del jazz, la Detroit de la Motown,  la Salzburgo de Mozart, la Liverpool de los Beatles, la París de Edith Piaf… y un sinfín de ejemplos más.

Son ciudades que se precian por tener una distintiva y muy relevante cultura musical propia; lugares melódicos y con ritmo, que desprenden inspiración en cada rincón.Varios estudios han planteado que existe una relación entre la música y los lugares: la música como expresión de un lugar es el resultado de la combinación de elementos característicos de ese sitio, que son traducidos auditivamente. Así podemos hablar de la identidad musical de los lugares.

¿Por qué la música es una herramienta para el desarrollo urbano? Muchas ciudades han encontrado en la música un camino para cumplir algunos de sus objetivos socioeconómicos, además de los específicamente culturales.

En la pasada edición la Music Cities Convention se daban cita en Washington (tras el éxito de su primera edición en Brighton), más de 150 representantes de 60 ciudades, 11 países y 4 continentes para intercambiar conocimientos y experiencias sobre cómo la industria musical puede contribuir a que las ciudades alcancen sus objetivos socioeconómicos, y, a su vez, sobre cómo las ciudades pueden fomentar la actividad musical para que florezca en sus comunidades.

Por ejemplo, Austin (Texas, EEUU) o Adelaida (Australia) se han proclamado “ciudades musicales” y han desarrollado estrategias innovadoras y creativas para potenciar las posibilidades que el sector musical ofrece. En Nueva York, el alcalde anunció el año pasado un plan para construir viviendas de bajo costo para músicos y artistas, con miras de preservar este sector, que genera grandes contribuciones para la ciudad. Y en Reino Unido, UK Music produce informes anuales sobre el impacto del turismo musical en la economía del país.

“La música es el cuarto pilar para el desarrollo de una ciudad”

La UNESCO creó en 2004 la Red de Ciudades Creativas, un proyecto para impulsar un proceso de reinvención cultural urbana y llegar al concepto de “ciudad-arte”. La música es un elemento de desarrollo, de progreso urbano, de integración social y de preservación de diversidad cultural. La música como fenómeno sonoro y social se ha manifestado siempre como un elemento catalizador de las relaciones sociales urbanas en las ciudades.

Música y ciudad se retroalimentan muy positivamente: la ciudad constituye esa paleta de colores con la que los músicos dibujan sus melodías. Esas melodías son las que llenan de espontaneidad, color y muestras artísticas nuestros entornos urbanos.

Según el último informe del Music Cities Convention, la música es el cuarto pilar para el desarrollo de una ciudad. Otros estudios cuentan que, en las formas que tenemos de imaginar los lugares nos encontramos con toda una dimensión auditiva relacionada con estructuras musicales; es decir, que, independientemente de la música que escuchemos en cualquier lugar, las personas evocamos elementos musicales en nuestros imaginarios espaciales. Los músicos han encontrado en las ciudades una importante inspiración para sus melodías. Esto se debe, en gran medida, a que las ciudades ofrecen numerosos materiales narrativos: las ciudades despliegan sitios llenos de historias y son un importante medio de expresión.

Ciudades musicales                                           

La música, como forma social, introduce relaciones sonoras que se traducen en formas de hacer ciudad. La música en las ciudades puede pensarse como una pedagogía urbana en el plano de lo sensible, como una forma de introducir al habitante en lo urbano a partir de la sonoridad: al aumentar la densidad de sonidos, se intercambian melodías y ritmos, y en este proceso, el espacio comienza a vivirse de manera específicamente urbana.

No sabemos cómo procesaríamos la ciudad sin el componente musical, que aporta una estética y una sensibilidad propias de lugares con encanto. La música mueve masas.

En Francia es una escena cotidiana. En todas las estaciones de tren y en aeropuertos del país podemos encontrar un piano, con un cartel que invita a sentarse y tocarlo, a no sentir reparo, a expresarse libre y musicalmente. También en Holanda, Italia, Londres, Fráncfort, Praga, Budapest…

En Barcelona se celebró el Concurso Internacional de Música Maria Canals, con pianos –a disposición de quien quisiera tocarlos- en distintos espacios públicos de la ciudad condal. El fin de la iniciativa -que lleva haciéndose desde 2010- es la de romper las barreras sociales, culturales y mentales que existen en relación con la música, especialmente en instrumentos como el piano. El Passeig de Gràcia se llenó de corros alrededor de los pianos, donde pequeños y adultos, residentes y turistas tocaron piezas de cualquier género musical de manera improvisada.

Experimentos como estos demuestran el alto grado de creatividad urbana que hay en las ciudades: emerge gente que sabe tocar instrumentos y se demuestra la gran cantidad de público que aprecia, respeta y aplaude la música. Y es que, sin música, ninguna ciudad podría ser lo que es ahora.

El ejemplo más reciente lo encontramos en la fiesta de San Isidro de Madrid. El chotis, conciertos y espectáculos por doquier y el impresionante Piromusical en El Retiro son elementos que forman parte de la esencia de la ciudad.

La música es vital para fortalecer lazos sociales, borrar desiguales y sensibilizar a la población. Entre los múltiples beneficios de la música, están los de generar un diálogo intercultural y un sentido de pertenencia al lugar, convirtiéndose en una herramienta de transformación social.

Las marcas también hablan de las ciudades y se integran en ellas para reforzar ese sentimiento de arraigo, gracias a la incorporación de la música en sus estrategias de marketing. La música está en el ADN de TSLab y un gran ejemplo de ello son las grandes cadenas de alimentación que confían en nosotros. Todos sus establecimientos comparten una misma base musical acorde con los valores de marca, que luego se complementa y personaliza punto por punto, en función de su ubicación.

Así hacemos que en Valencia, por ejemplo, suene música fallera en los establecimientos en esa semana tan emblemática para la ciudad o que en Sevilla la feria de Abril también esté presente en los puntos de venta.

En las ciudades del futuro la música será la gran protagonista y se posicionará en el centro de vida de las urbes.

 

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