Exclusividad, fugacidad, sensorialidad e itinerancia. Los restaurantes pop up siguen siendo, hoy en día, una tendencia en alza en materia gastronómica. Estos restaurantes temporales ofrecen a sus comensales una experiencia irrepetible donde poder disfrutar de las propuestas culinarias más atrevidas.
Trenes, salones de hotel, peluquerías… Hay una nueva “fiebre gastronómica” que está contagiando al sector de la restauración para deleite de los más foodies. Restaurantes pop up: locales que nacen, sirven especialidades “gourmet” y desaparecen. Así de sencillo, así de rápido.
Los restaurantes pop-up ya se han consolidado con éxito desde hace unos años, con cada vez más grandes chefs sumándose a la moda. Ese componente “clandestino” y temporal es el mayor atractivo, además de probar menús que probablemente no vuelvan a realizarse nunca y su localización en un enclave especial en el que quizá uno no espera disfrutar de alta gastronomía.
Es una tendencia que habla de un cambio de perspectiva con respecto al consumo masificado y aburrido de la comida y que apuesta por la experimentación, las personas, la buena música, el diseño… en definitiva, la experiencia gastronómica.
Una experiencia que va mucho más allá de lo convencional, buscando romper con el elemento conservador que sería asistir a un restaurante cualquiera. El carpe diem puro y duro.
Orígenes del restautante Pop Up
El concepto Pop-Up en gastronomía está más de moda que nunca. Con tintes alternativos, el fenómeno tuvo su origen en la escena underground del East End londinense, donde colectivos como Gingerline (actualmente embarcado en la organización de lo que sus creadoras denominan “cenas multidimensionales”), tuvieron hace algunos años la idea de utilizar escondites ocultos de la línea del metro para sus eventos, a las que dotaban de aires artísticos merced a la colaboración de algunos creadores locales.
A partir de ahí se abrió la veda para una moda a la que no tardaría en apuntarse el mundo de la alta cocina. Los Pop-Up Restaurants son aprovechados por chefs de renombre o jóvenes promesas que, con este formato con caducidad, quieren dar a conocer su trabajo.
La necesidad de ahorrar en costes fijos ingenió una nueva forma de disfrutar de una cena especial. Los restaurantes pop–up presentan menús originales ofrecidos en lugares insólitos: desde casas particulares, sótanos o terrazas hasta estaciones de tren abandonadas, jardines secretos o estudios cosmopolitas.
Así se ha dado lugar a iniciativas tan sofisticadas como Dinner In The Sky, una mesa voladora a 45 metros de altura (gracias a una grúa), cuyos selectos comensales, entre quienes figuran miembros de la aristocracia y celebridades de todo tipo, pueden disfrutar desde las alturas de las vistas de la catedral del Duomo en Milán, las playas de Copacabana o la Marina de Dubai, entre otros muchos parajes.
En un ámbito más terrenal, uno de los mejores ejemplos en España es el de The Table By, con dos temporadas a sus espaldas. En esta modalidad en concreto, el espacio se mantiene, pero cada mes con una oferta diferente con un cocinero como protagonista.
Siguiendo la estela gastronómica española, el prestigioso chef Quique Dacosta lleva tiempo participando del fenómeno de los restaurantes pop-up, trasladando su cocina desde Denia al Hotel Palazzo Versace Dubai en el que se encuentra Enigma, un restaurante efímero por el que están pasando los mejores chefs del mundo.
Otro organizador destacado es Le Nomade, que ha realizado eventos de éxito como UP16 (en colaboración con ClubKviar) en el Palacio de la Prensa de Callao, donde los afortunados que pudieron asistir disfrutaron de una gastronomía de altura, así como de sus vistas desde la planta 16 de este edificio. Fogo Misterioso, We Pop Barcelona, o Nits Gaudí son las opciones más espectaculares en Barcelona, con grandes cocineros y puestas en escena sorprendentes.
En las Pop-Ups juegan los sentidos
Los sentidos y las percepciones son la principal apuesta para disfrutar de la oferta gastronómica. Y los restaurantes pop-up esta apuesta cobra más importancia si cabe, pues su fugacidad hace que la huella que hay que dejar en el comensal sea igual de rápida en impactar pero no tan efímera en olvidar.
La gente que acude a un restaurante pop-up va en busca de aventura gastronómica; algo nuevo, único y creativo, que sea totalmente diferente a la típica escena de restaurante.
El marketing sensorial tiene un papel importantísimo a la hora de ayudar a que la experiencia de los comensales sea, precisamente, todo eso. Los sentidos juegan un papel fundamental en los restaurantes. Por ejemplo, el deleite gastronómico ya no se puede concebir sin hilo musical. Está demostrado que la música afecta tanto al sabor de la comida como al apetito. Tanto, que influye en los comensales y en las sensaciones y emociones que sienten.
La nueva gastronomía consiste ahora en transmitir emociones. El mejor ejemplo, NH Collection, cliente de excelencia de TSLab y muy en la boga de organizar eventos gastronómicos pop-up, donde la música es uno de los elementos sublimes de la experiencia para los paladares más exquisitos.
El cocinero estadounidense Grant Achatz trasladó el año pasado su restaurante Alinea al Hotel NH Collection Eurobuilding, donde, durante un mes, comensales de toda Europa pudieron disfrutar de la cocina del chef tres estrellas Michelin, rodeados de un ambiente a la altura de una experiencia gastronómica de cinco tenedores. También se han organizado las Jornadas Gastronómicas Turcas con el chef Naif Bagi y, actualmente, hasta el 9 de marzo, el chef Nacho Manzano, dos estrellas Michelin en Casa Marcial, celebra los 25 años del afamado restaurante trasladándolo durante dos semanas al hotel cinco estrellas.
La sensación de exclusividad que se siente cuando se sabe que solo se podrá saborear la experiencia por un tiempo limitado, hace de los restaurantes pop-up una opción idónea para despertar los sentidos y dejarse llevar.